DOS VIDAS DIFERENTES: LA DEL AGRADECIDO Y LA DEL INGRATO.

viernes, 13 de marzo de 2009

¿Pues qué? ¿El ingrato quedará sin castigo? ¿Y qué?, te pregunto yo. ¿Lo mismo quedará el impío, y el malvado, y el avariento, y el impetuoso, y el cruel? ¿Piensas acaso que no son castigadas las cosas aborrecidas? ¿O crees que existe otro castigo más grave que el odio público? Buen castigo llevase el ingrato, no osando aceptar beneficios de nadie, ni habiendo ninguno que se atreva a hacérselos; yendo, ó que así lo piense, señalado con las miradas de todos; habiendo perdido, en fin, el conocimiento de la mejor y más dulce afección. Llamas infeliz al hombre que tiene perdida la vista,ó cerrando el oído por alguna enfermedad: ¿Y no conceptúas miserable al ingrato que tiene perdido el sentido de los beneficios? Este vive temiendo a los dioses, testigos de todas las ingratitudes; su conciencia arde y se acongoja del beneficio mal agradecido: Fáltale finalmente (el mayor de los castigos) lo que ya hemos dicho, a saber el fruto mas agradable. Por el contrario, al que deleita haber recibido un beneficio, goza siempre igual y perpetuo goce, y se deleita considerando el sentir de su benefactor, y no la dádiva misma.





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